El manejo de confrontaciones en Relaciones Públicas

Por L.C. Daniel Fajardo

La labor del agente de relaciones públicas constantemente implica la relación con los demás, el tacto con el otro también obliga que tengamos que adecuarnos a diferentes tipos de personalidad los cuales pueden variar cuando existen factores como presión, emociones, alegrías y más, que determinan en gran parte la manera en como nos relacionaremos con otros.
¿Pero cómo comportarnos cuando hay una situación de conflicto y la otra parte decide a toda costa imponerse? Seguramente alguna vez has tenido que relacionarte con alguien que está molesto o quizás de manera muy persuasiva y astuta, mueve todos los factores a su favor y los utiliza en tu contra tratando de acorralarte sin permitirte si quiera responder y buscando por su puesto desacreditarte públicamente (ojo una característica de este tipo de ataques es que se hacen siempre en público y en presencia de los demás) y dejarte como el “malo” de la película.

Lo primero es que el agente debe darse cuenta de que está bajo ataque, es decir su interlocutor tiene la intención de ofender por algún interés que en realidad no debe importarnos, la concentración debe llegar de inmediato para entonces poder actuar con la cabeza, no ser víctima de la pasión y entrar en el juego de la discusión.

¿Qué ofrece el adversario?
Sin duda el interlocutor tendrá diferentes técnicas razonadas o fruto de un disgusto pero su objetivo principal será tratar de sacarte de control, para ello usará argumentos que pueden ir de lo laboral a lo personal. Implementará el uso de métodos como arremedarte, cuestionar tus decisiones pasadas o la congruencia de tus actos.
En este momento el adversario buscará detonarte por ello, podrás ver que en poco tiempo el interlocutor mencionará, sin dar seguimiento a un punto específico, varias menciones de distintos sucesos y ten por seguro que si en alguno reaccionas la discusión tomará ese camino.

¿Qué ofrecer como defensa?

Sin duda nunca perder la elegancia de la mediación, pese a que hay un conflicto debes buscar frenar la ofensiva, sí con carácter, pero en ningún momento estancarte en puntos que no lleven a nada. Enfrenta de frente las acusaciones, si es posible da pauta a que la otra persona hable y anota en papel (en el mejor de los casos) punto por punto lo que el adversario argumenta, una vez que el otro termine inicia tu réplica punto por punto, comenta tus argumentos y trata de desarticular (si es sin fundamento) una a una cada ofensiva.
Importante siempre mantener la calma, lo peor que le puede suceder a un contrincante que busca que seas tú el que pierda el control, es encontrar que sus oraciones no tienen efecto. En caso de lograrlo quizás el contrincante puede empezar a perder el control víctima de la desesperación y ahogado en su propio enojo.

¿Hay que responder a todas las acusaciones?
Quizás no, si en un momento dado al anotarlas y analizarlas vemos que ninguna tiene fundamento y que la intención de ofender no conducirá a nada, o por otra parte, encontrar que no hay intención del interlocutor para razonar y comunicarse, lo más elegante en este caso es despedirte con educación y retirarte.

¿Quién gana en este caso?
Por supuesto ninguna de las partes, entre profesionales una discusión que no llega a un acuerdo es un fracaso para ambos.

Contáctame en Mimfo Comunicación blog@mimfo.com