Unidades significativas como motor de la comunicación visual
Por L.C. Daniel Fajardo
El antecedente tiene que ver con conceptos de psicología básica, entender que todos los seres humanos percibimos a través de los sentidos y que, posterior a esa percepción (pasando por razonamiento y juicio), se llega a la formación de imágenes.
Para los estudiosos de la imagología, la imagen va más allá de la simple representación gráfica de un pensamiento, es en sí la formación de un concepto como tal, cuya importancia radica en que el comportamiento humano se basa precisamente de estos conceptos los cuales, terminan siendo nuestro principal referente para darle sentido a nuestro mundo.
Nos comportamos con base a nuestros conceptos, belleza, amor, odio, bueno, malo, por citar algunos, y cada quien vivió un proceso experimental y social para formarlos. Social porque se nos indicó los valores que deben regir nuestro comportamiento, experimental porque día a día los comprobamos con la práctica cotidiana de los mismos.
Nunca olvidemos que los conceptos que tenemos en nuestra mente son nuestros referentes para interpretar nuestra realidad, y en términos de comunicación, nuestras herramientas fundamentales para transmitir mensajes. Un comunicólogo debe ser capaz de entender la realidad de sus audiencias y además entender como la interpretan para poder utilizar signos más identificativos.
Técnicamente así funciona la percepción y su utilidad, la cuestión para los estudiosos de la comunicación es entender este proceso y utilizarlo a nuestro favor.
La comunicación estratégica plantea un pleno control en todas las partes del proceso y que nos lleven a determinar los comportamientos que pueden generarse a partir de diversos estímulos generados por el proceso de comunicación.
Una de las maneras para poder realizarlo es adaptar estos conceptos de psicología y sustituirlos por conceptos de comunicación.
El punto inicial de la percepción parte de un estímulo, este permite que los sentidos se despierten y el motivante sea procesado, la comunicación funciona igual, todos los elementos que utilicemos dentro de nuestro mensaje deben ser unidades de significación que permitan a la mente no sólo procesarlos, sino cuestionarlos y de ahí llegar a establecer un juicio, es decir pensar.
La comunicación que no llega al plano de la reflexión es un mensaje sin sentido fácilmente desechado.
Siendo un estímulo el mensaje rebasa el obstáculo que la mente antepone llamado percepción selectiva (filtro producido por la contaminación visual y mensajes en general) y se vuelve parte de un proceso mental. Llegando al nivel de los conceptos, el mensaje se vuelve un referente para comportamiento y ,dependiendo el contexto o las situaciones que rodeen al mensaje, un motivo para la acción a corto, mediano o largo plazo.
Al igual que los conceptos básicos del conductismo (y eliminando la posibilidad del cambio conductual producido por el aprendizaje) la comunicación puede ser conductista cuando el mensaje se vuelve un estímulo y el comportamiento una respuesta. ¿cuántos de los medios de comunicación e información masiva cuentan con esta atribución? La trágica relación de un noticiero cuando las personas hacen como que se quieren informar y los comunicadores hacen como que les informan, acción y reacción, uno de los muchos ejemplos que pueden ilustrarse para este planteamiento.
Desde el enfoque de la comunicación estratégica, si conocemos esto podemos directamente crear un modelo mucho más eficaz si:
1) Diseñamos mensajes que puedan ser estímulos para ser percibidos por su carga significativa.
2) Tenemos un conocimiento de la audiencia a la cual dirigimos estos mensajes para poder entender los conceptos que hay en su mente y crear una mayor empatía.
3) Conocer que el papel de la empatía puede ser más efectiva si lo reducimos a decirle a las personas lo que quieren escuchar, como lo quieren escuchar.
4) Entender el proceso que nuestro mensaje tendrá al ser percibido y si llega al plano de los conceptos, predeterminar la actitud y comportamiento que podrá generar.
La comunicación no es solamente un proceso técnico, es un acto humano producto de muchos factores que van más allá de la simple codificación de mensajes. Hay que aprender a ser más sensibles y abrir los ojos ante todos los factores que puedan participar en este proceso.
Adentrarnos en la mente de nuestros receptores y entender la manera como estructuran conceptos es una herramienta fundamental para una comunicación eficaz.