TELEVISIÓN E INTERNET ¿OPCIONES PARA GESTIONAR CULTURA?
Por Miriam Osorio
El proceso de comunicación se caracteriza principalmente por la emisión, recepción, interpretación de un mensaje y la retroalimentación, cuando el mensaje es la cultura, el medio o canal se convierte en un factor determinante para su apropiación. Atrás quedaron los tiempos donde el público receptor de contenidos era considerado pasivo; con la llegada de las nuevas tecnologías de información y comunicación, se ha vuelto participativo, responde con llamadas telefónicas en vivo, mensajes de celular, entradas en blogs o sátiras multimedia que sube a youtube, ahora la interacción y la actividad en la programación de contenidos, es evidente.
La historia de los medios de comunicación nos confirma que los desplazamientos tecnológicos originan consecuencias en otros ámbitos, como lo advierte Marshal Mc Luhan en Understanding Media, no es de extrañar que la lectura de textos largos sea sustituida por una imagen y un pie de foto, o que la narración radiofónica de un evento como un terremoto se remplace por un video de 30 segundos, tampoco es de sorprenderse que las visitas a las bibliotecas escaseen cuando se puede “profundizar” en los hipertextos de Internet.
El radio y la prensa escrita han cedido terreno a la televisión en cuanto a público y alcance, porque es precisamente este medio un excelente canal de transmisión de mensajes en una sociedad de homovidens que prefiere que la imagen hable más que mil palabras a hacer un análisis profundo de contenidos; estamos inmersos ya en una “cultura del abstract” que moldea subjetividades lineales e incompletas. Además, fomenta la ‘ley del mínimo esfuerzo’, la alimenta. Es decir que el fragmento abstracto favorece a una ley que busca minimizar, por mera comodidad, el esfuerzo que requiere una acción.[1]
Personalmente puedo decir sin nada de orgullo que literalmente me educó la TV, pues pasar más tiempo frente a este aparato que haciendo las tareas escolares, no suena extraño en un país, cuya cultura popular tiene el pan de cada día en las transmisiones de un duopolio televisivo cuyos intereses económicos no coinciden con una programación de calidad.
El dueño de Televisa llegó a decir en entrevista: “México es un país de una clase modesta muy jodida… que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro díficil” (Alejandro Salazar Hernández, “Conversación con Emilio Azcárraga” El Nacional, 11 de febrero de 1993) [2] 15 años después de esta afirmación, la concepción sobre la creación de contenidos no parece haber cambiado en nada, pues se sigue privilegiando el entretenimiento vacío.
Se puede ver a la televisión como arma de distracción masiva, generadora de necesidades de consumo, creadora de ideologías, manipuladora de masas, como un medio para educar, transmitir valores, o incluso como un placebo para la soledad. Los usos de la televisión son tan diversos como intereses de sus creadores y de los receptores. Los dueños de los medios por una parte podrían pensar sólo en términos de raiting-ganancias, los políticos en credibilidad y manipulación, los usuarios en distracción, educación, compañía, presentador de estilos y modelos de vida, fuente aspiracional, etc.
La programación de contenidos es manipulada desde el momento de la selección de lo que se presentará en los medios, qué ocultar, qué “suavizar”, qué es lo conveniente, qué y cuándo difundir ¿Qué puede hacer el público para contrarrestar esta manipulación? Al parecer la respuesta es aprovechar la competencia de los medios por la lucha de la credibilidad, cuestionar los contenidos que se presentan, obtener información en varias fuentes, o ver a los medios desde la dimensión de los usos personales, sin embargo esta tarea exige un espíritu investigador, tiempo, disposición y un autocuestionamiento constante sobre las necesidades reales del consumidor de contenidos, gestionar leyes que garanticen la emisión de programas de calidad y el acceso a la creación de los mismos, ¿El público está dispuesto a hacerlo ahora? ¿Qué se necesita para que lo esté? ¿Es el momento de exigir acceso a la realización de contenidos en las televisoras del estado?
Los tiempos de teorías como la aguja hipodérmica y la publicidad subliminal han pasado, pues el televidente por su experiencia “real” puede distinguir algunas de las trampas de la persuasión, podrá probar un producto y basar su siguiente consumo en la efectividad del mismo. Internet aparece como una herramienta de defensa contra los bombardeos televisivos, ya que es un medio para comentar experiencias como usuarios de servicios de grandes empresas, intercambiar puntos de vista sobre la deficiente información que presentan diversos canales e inclusive constituirse como un mercado de trueque.
En Internet se puede combatir la publicidad no deseada, al menos existen algunos mecanismos para bloquearla y no es que la televisión no tenga el zapping como elemento de defensa, es sólo que en la red, el cibernauta selecciona concientemente lo que desea saber en un menú exponencialmente más grande al que ofrece la televisión.
Internet e inclusive el teléfono celular como nuevas tecnologías son escudos ante el reparto de contenidos según intereses políticos y económicos. Hay un retorno a la oralidad y a la escritura como medio de comunicación, así como un renacimiento de la imagen desde el punto de vista del espectador, ahora vuelto creador. Basta mirar cortometrajes realizados con bajo presupuesto, ver y escuchar a un nuevo genio de la música en youtube o en myspace.
Algunos noticieros y periódicos digitales han abierto espacios al público, haciéndolo partícipe de su menú de contenidos, animándolo a ser reportero, fotógrafo o permitiéndole un espacio en un buzón de voz.
La democracia en la generación de contenidos es una idea posible por ahora en Internet, pues desde que se tiene acceso a la red, se tiene libertad de crear, transmitir, criticar o expresar cualquier punto de vista sobre toda temática posible. Sin embargo esta libertad de difundir lo que se quiere, también implica “riesgos” para las trasnacionales, las industrias culturales, que ya se esfuerzan en poner candados a la creatividad y a la libre difusión de contenidos que son considerados como dominio privado.
Por otra parte, “en términos de la infraestructura de Internet, se están intensificando los intentos por imponer estándares de propiedad en los protocolos clave de hardware usados por Internet. Las compañías están intentando, de manera individual, capturar y ser, en efecto, “propietarias” o tener el control sobre los accesos. Las grandes compañías de computo están viendo hasta dónde pueden llegar a estirar los límites del sistema de patentes para cubrir el software, primero en los Estados Unidos y después en Europa, dónde un gran movimiento está librando la batalla contra su implementación”[3]
La idea de poder y control sobre Internet no suena del todo paranoide, pues incluso la información personal tiene valor comercial y el monitoreo sobre consumos es una realidad, se puede saber el tiempo, lugar y origen de conexión, preferencias, etc. Las restricciones legales sobre el bien privado que suenan lógicas en una práctica cotidiana, en Internet limitan el acceso a los bienes públicos y censuran la apropiación del conocimiento.
Si atendemos las leyes de Mc Luhan sobre los medios de comunicación se puede intuir que el Internet está en un periodo de extensión, donde sus bondades están siendo aprovechadas por los usuarios, que están dispuestos a participar en la creación de contenidos y ser parte de una aldea global que comparte conocimientos de manera generosa, sin otra restricción que la propiedad intelectual, superada en parte por los esfuerzos de Creative Commons.
Por otra parte, la ley de la obsolescencia, está presente en tanto que los canales más antiguos de comunicación, como la radio, prensa escrita, incluso la oralidad, han tenido que adaptarse a las nuevas tecnologías y transformarse en radio digital, periódicos en línea, canales de plática y trasmisión de video en tiempo real, medios que sin la readaptación, son casi obsoletos, lo mismo sigue para la televisión que tendrá que estar a la vanguardia al ofrecer contenidos a la carta, en tiempo real y antes que los demás.
En tanto que la reversión de Internet presentarse en el uso para fines poco éticos como la trata de personas, el robo cibernético, la invasión o privatización de la vida. Por otra parte la recuperación podría manifestarse en la lucha por la comunidad, los derechos a la información y conocimiento, así como la defensa de los bienes públicos.
El facilitador cultural puede aprovechar las ventajas que ofrecen todos los medios de comunicación en una fase de extensión, la función educativa de la televisión, las radios, los blogs, foros de Internet, gestionar contenidos de calidad a través de propuestas originadas por protagonistas de la cultura, los pueblos, los grupos artísticos, las mujeres que guisan cocina tradicional, los hombres que aprenden a leer con un nuevo sistema de alfabetización, etc.
Otra forma de enfrentar los contenidos de distracción masiva es la promoción de foros, cursos sobre análisis de información, lectura de los medios, la gestión de redes para una recepción crítica de mensajes y propuestas de contenidos originales, vivos y coherentes con el ejercicio cultural de una comunidad.
Por otra parte el facilitador no debe dejar de monitorear las legislaciones sobre el uso de la red, los avances para la interacción, visualizar comunidades que se puedan generar para abrigar los propósitos de la difusión cultural.
La televisión e Internet son medios que pueden ser utilizados por el gestor cultural, siempre y cuando se consideren sus alcances, exigencias de lenguaje, la capacidad de acceso y sobre todo la potencialidad de trasladar acciones virtuales al territorio físico.
BIBLIOGRAFÍA
AAVV (2005) ¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y del conocimiento publicado por la Fundación Heinrich Boell Latinoaméricana. Descarga libre en formato PDF
LEVIS, Diego, Innovación tecnológica, medios de comunicación y modos de expresión. Las TIC entre la red de las industrias de la cultura y la libre creatividad.
LESSING, Lawrence. (2004) Cultura Libre.Cómo los grandes medios están usando la tecnología y las leyes para encerrar la cultura y controlar la creatividad. Versión digital: http://www.elastico.net/archives/001222.html (Free Culture How Big Media Uses Technology and the Law to Lock Down Culture and Control Creativity 2004 The Penguin Press
NOBILE, Nicolás, Usando la red para comunicar.
SARTORI, Giovanni (2000). Homo videns. La sociedad teledirigida. Editorial Taurus.
OROPEZA Jorge, La Necesidad de una Aproximación Epistemológica a la Cultura del Abstract, Razón y Palabra, [información el línea) disponible en.:http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n44/joropeza.html
PCIA. Rosario, Las leyes de los medios. McLuhan (des)haciendo ciencia,[información en línea] disponible en:http://www.dialogica.com.ar/unr/postitulo/tecnologias/2005/08/las_leyes_de_los_medios_mcluha.php
PISTICELLI ALEJANDRO, La arquitectura es la política de la red.
QUEVEDO, Luis Alberto, Los medios de comunicación en la era de las TICs.
TREJO DELARBRE RAÚL, Azcárraga Jean protegido por Zedillo, Mediocracia, [información en línea]disponible en:http://mediocracia.wordpress.com/2008/03/20/azcarraga-jean-protegido-por-zedillo/
[1] OROPEZA Jorge, La Necesidad de una Aproximación Epistemológica a la Cultura del Abstract, Razón y Palabra, disponible en línea en. http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n44/joropeza.html
[2] TREJO DELARBRE RAÚL, Azcárraga Jean protegido por Zedillo, Mediocracia, [información en línea] disponible en:http://mediocracia.wordpress.com/2008/03/20/azcarraga-jean-protegido-por-zedillo/
[3] AAVV (2005) ¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y del conocimiento publicado por la Fundación Heinrich Boell Latinoaméricana. Descarga libre en formato PDF